I

- Estás estupenda Laura, no sé como haces para estar así de guapa sin maquillaje.-
- Mira quien habla, la Venus que trae a todos de cabeza –
- Sí, pero no sabes las horas que meto en el espejo. Lo mío es artificial, en cambio tú no necesitas nada para que te miren.

A Laura le gustaba hablar con Elena, le hacía sentirse bien. Había empezado a trabajar fuera de casa hacía poco tiempo y su círculo de relaciones era bastante reducido. Le halagaba que una persona de mundo le admirase aunque fuese un poco y aunque se tratase de alguien sólo con un poco más de mundo que ella.


II

-Vendrás a la cena del viernes, ¿verdad?- El que hablaba era Jorge, el compañero más joven de Laura.
-No lo se- respondió ella apartando un poco la mirada.
-No me digas eso, vamos todos, ya verás que bien lo pasamos.
-No se que dirá Carlos-.
-Carlos que diga lo que quiera, si hace falta te lo traes, pero tu tienes que venir. Mientras decía eso Jorge, cogió la mano de Laura y la apretó durante un instante. A ella le gustó y pensó que su marido no había cogido su mano así desde hacía años.

Era agradable conversar con Jorge. Hablaba como un amigo cercano y, al igual que Elena, le hacía sentirse valorada. Desde que empezó a salir con Carlos, que ahora es su marido, los hombres no habían vuelto a hablarla como Jorge. No la cortejaba ni intentaba ligársela, simplemente se le veía contento con ella y a veces hasta le echaba alguna que otra flor.


III

-¡Vaya peñazo de cena!. Tienes unos compañeros un poco gilis. Elena no tiene novio ¿verdad? No hay quien la aguante, parece que de todo sabe. Si echara un polvo bien echado seguro que se arreglaba- Laura callaba mientras Carlos seguía repasando a los comensales.
-¿Y ese Jorge de qué va? Se le nota que va a pillar aunque casi parece marica. Se le veía con ganas de entrarte. ¿Qué es eso de que quieren ir un fin de semana a una casa rural? Seguro que Jorge ya ha hecho planes por si vas. Hay que tener ganas, ir con esos a pasar un fin de semana.
-¡A ti también te habrán dicho que vayas, claro!
-Sí, pero eso no es para mí- mintió ella que si tenía ganas de ir.
-No me jodas.

Laura se puso a planchar. Sintió como si algo se le hubiese roto por dentro, algo pequeño, insignificante, pero sin arreglo. La verdad es que a ella le apetecía ir. ¿Por qué no? Le apetecía estar con ellos y hablar de esas cosas que no hablaban todos los días. Por otra parte una extraña curiosidad o tal vez ilusión la invadía al imaginar cómo sería un fin de semana sin los suyos y cerca de Jorge. ¡Por favor! Si ella no quería nada de Jorge. ¿Debería sentirse culpable por apetecerle estar cerca de él? De repente todo le pareció muy complicado. Se dio cuenta de que no podía contar a Carlos lo que pasaba por su mente. Carlos era celoso y casi siempre pensaba mal de todos. A Laura le había dolido que Carlos hablase así de sus amigos. Eran imperfectos, como todo el mundo, pero ella se alegraba siempre de verlos, sobre todo fuera del trabajo.
Cuando acabó de planchar, como si le diese vértigo pensar en esas cosas se acostó y se durmió antes que de costumbre.

IV

Laura estaba frente a un espejo que reflejaba su cuerpo entero, con un vestido negro que le quedaba genial. Vio reflejado a Jorge, que se acercó a ella por detrás, abrazó su cintura con suavidad y hundió los labios en el cuello de ella. Eran cálidos y suaves. En aquel momento se despertó. Carlos seguía en el salón, viendo una película de Charles Bronson. ¿Y si se lo contara? Impensable, pero ¿Por qué tenía que ser así? Era celoso porque la amaba, decía. Eso había oído siempre aunque ella no estaba tan segura de que fuese así. Ella creía que el amor, si existía, tenía que ser generoso y cómplice. Claro que ¡Qué sabía ella si ni siquiera había terminado el bachiller! Cientos de escritores y pensadores llevaban siglos diciendo que los celos eran una prueba de amor. ¿Iba a saber ella más que todos juntos? Desechó todos estos pensamientos pero no pudo evitar imaginar qué bonito sería un mundo donde los seres queridos se limitasen a querer a una sin pedir cuentas o explicaciones sobre lo que pasa por su corazón.